Un paseo por la ciudad balcón






“Quito forma un ensamble sui generis armónico, donde las acciones del hombre y la naturaleza se han juntado para crear una obra única y trascendental en su categoría”

La aguja marca las doce en la capital, y tres fuertes cañonazos interrumpen el silencio pueblerino de Quito. Corre el año 1925 y El Panecillo, esta pequeña elevación enclavada en el Centro Histórico, le avisa al pueblo que aun resta mucho día para seguir forjando una patria soberana.
Las culturas PRE-colombinas utilizaron El Panecillo como sitio ritual y lo llamaban Shungo-loma, o “loma del corazón”. En 1812, Toribio Montes comandó fuerzas españolas que debían “pacificar” a Quito levantada en contra del dominio colonial desde 1809. Montes hizo del panecillo un fortín y se le atribuye la construcción de “ la Olla del Panecillo”, un jarrón de 12 metros de profundidad y cuatro de ancho, que oficiaba de olla militar, en los últimos tiempos de la colonia.
>Desde El panecillo podemos observar el Centro Histórico más grande de América. Alberga iglesias, capillas, monasterios y conventos coloniales, plazas, museos y encantadores patios internos, edificaciones republicanas e interesante arquitectura de inicios del siglo XX, además de obras contemporáneas notables que hacen de este un lugar de enorme valor histórico, arquitectónico y estético de la colonia.
Se destacan los inmensos murallones que dividen los barrios de la ciudad, y la cartelería de todos los negocios de la región sur de la ciudad. Los particulares estilos de pintura, escultura y arquitectura que sobresalen en las calles y llenan muchas iglesias y monasterios del histórico Quito nacieron de la Escuela Quiteña. Esta forma única de expresión artística revela y exhibe las historias y leyendas de las disputas culturales y religiosas que dieron forma a la ciudad que se puede observar y admirar ahora.
Asentada en la profundidad de un valle estrecho formado de volcanes andinos, a 2800 metros sobre el nivel del mar, la espectacular ciudad antigua de Quito se extiende por más de 320 hectáreas. Desde sus miradores, las montañas circundantes, los volcanes nevados, la ciudad colonial y los barrios modernos pueden ser apreciados al mismo tiempo. Algunos proveen una vista privilegiada de lo extenso del Centro Histórico, mientras otros permiten observar simultáneamente las Colinas del este y oeste de la ciudad, y, desde la zona del Teleférico en Cruz Loma, el visitante puede apreciar al menos tres volcanes nevados en los días despejados.
Con 3035 msnm., apenas 200 metros sobre la altitud media de Quito, el Panecillo marca la división entre el norte y el sur de la ciudad, y constituye un observatorio de ambos lados de la misma y de un gran sector de la geografía circundante. En el siglo 18 la Expedición Geodésica Francesa lo usó como punto principal en sus estudios para determinar la forma de la tierra.
Caballo, es un joven músico que visita todos los años esta ciudad para quedarse unos buenos meses, dice que la disfruta enormemente, porque se puede trabajar tranquilo y la gente aprecia el arte. Mientras toca en su quena las melodías de Chullito Quiteño, la canción mas tradicional de la ciudad, interrumpe su serenata para relinchar al mejor estilo “zaino” con una calidad estereofónica. Su inspiración nos conmueve a todos, porque sin decirlo nos muestra la felicidad del hombre simple. Mas luego imita a un gallo y al pájaro loco, otro gallo en la distancia de la noche le contesta, la luna devela su figura alta y enigmática, mientras en una terraza del centro histórico, Caballo elegantemente mueve nuestro punto de encaje, y nos recuerda que no hay tiempo que perder.

Comentarios

Karla ha dicho que…
Es cierto, no hay tiempo que perder..menos en aquella ciudad cautivante y hermosa.
(¡Juan por fin te encuentro! al final tu mail nunca llego a mis manos, asique despues de mucho me reporto, soy la Karla..escribeme tu mail para que conversemos un ratito :)