Por una ley de bosques para la provincia de Córdoba
Mujeres y hombres de todo el planeta se alzan contra el mezquino mecanismo de supervivencia que está empeñado en calmar sus necesidades apropiándose de las riquezas que brotan del corazón de la tierra. La tierra se redime. Una generación considera que ha llegado el momento de finalizar con el primitivo sistema de autodestrucción en el que las formas más salvajes de contaminación, de depredación y exterminio encontraron una ley que las avalara. No nos equivocamos, hacemos eco de los ancestros y de nuestro hermanos planetarios que ven la vida desde las sombra de árboles o bajo el reflejo del sol.
No confiamos en los estudios ambientales, o expectativas de recuperación del suelo porque creemos que no hay más tiempo, y si no, que vayan y vean a esos pájaros que han perdido sus nidos. Es que el hombre se ha confundido creyendo que puede gobernar a los árboles, al agua o al viento. Un hombre, solo puede gobernar a los hombres. Es el grito de personas desinteresadas el que ha esta hora estalla en las calles del mundo, luchando por un ambiente sano.
Con la destrucción de los bosques llega también la destrucción de los valores, con fábricas, con petroleras y mineras de sueldo a destajo y ticket de supermercado, con cabarets de ruta y toda clase de degeneración humana propia de hombres que siembran su vida a costa del sudor de otros, o a fuerza de destruir el ecosistema que les rodea. Y en la volteada caen, sus valores y sus principios. Cuando se tala un árbol, cuando se contamina un río, también se nos tala el espíritu, también contaminamos nuestras ideas y como seres humanos nos destruimos a nosotros mismos.
Nuestros pueblos originarios conservan en silencio una forma de vida que no admite razones industriales, necesidades globalizadas o decretos divinos de gobernantes que se creen Dios.
Este país se encuentra a lo largo y a lo ancho atravesado por un alambre de fardo en el que nos limitan la vida. En el que el zorro ni la corzuela pueden pasar para reproducirse o migrar. Y ese señor que colocó el alambre de fardo dice: la tierra es mía. La tierra señor, no es de nadie.
Nuestra rebeldía estalla violentamente en las calles del mundo para reclamarles a los representantes del pueblo que se decidan a elaborar leyes y reglamentos donde lo social y lo ambiental vayan de la mano. Porque el deterioro ambiental es el mismo que el de nuestra sociedad y nosotros como periferia del mundo nos comprometimos a soportarles la contaminación y las necesidades a los países centrales. Contaminación y pobreza parecen sinónimas. Por eso nuestra lucha es por otra forma de vida, contra el deterioro del ambiente y del espíritu.
Señores representantes del pueblo: Creemos que una ley de bosques es por la salud, que cada árbol es también nuestro pulmón y el suyo. De lo contrario, reconozcan que llegó la hora de cobrar un impuesto por el uso del aire.
La naturaleza se expresa a través de sus guerreros, alta voces de la Pacha-Mama, que ya no pide, exige que se reconozcan los “Derechos de la Madre Tierra”. Dice estar cansada de soportar tiranos, dice que ha llegado la hora en que todos los hombres y mujeres que nacen y mueren en este suelo, estrechen sus manos por la causa planetaria.
Los jóvenes de Córdoba hoy reunidos, invitan a todos los habitantes del planeta a respirar otro aire y los incitan a colaborar en las acciones y toma de partida ambientales que en todo el mundo han sido iniciadas.
Mujeres y hombres de todo el planeta se alzan contra el mezquino mecanismo de supervivencia que está empeñado en calmar sus necesidades apropiándose de las riquezas que brotan del corazón de la tierra. La tierra se redime. Una generación considera que ha llegado el momento de finalizar con el primitivo sistema de autodestrucción en el que las formas más salvajes de contaminación, de depredación y exterminio encontraron una ley que las avalara. No nos equivocamos, hacemos eco de los ancestros y de nuestro hermanos planetarios que ven la vida desde las sombra de árboles o bajo el reflejo del sol.
No confiamos en los estudios ambientales, o expectativas de recuperación del suelo porque creemos que no hay más tiempo, y si no, que vayan y vean a esos pájaros que han perdido sus nidos. Es que el hombre se ha confundido creyendo que puede gobernar a los árboles, al agua o al viento. Un hombre, solo puede gobernar a los hombres. Es el grito de personas desinteresadas el que ha esta hora estalla en las calles del mundo, luchando por un ambiente sano.
Con la destrucción de los bosques llega también la destrucción de los valores, con fábricas, con petroleras y mineras de sueldo a destajo y ticket de supermercado, con cabarets de ruta y toda clase de degeneración humana propia de hombres que siembran su vida a costa del sudor de otros, o a fuerza de destruir el ecosistema que les rodea. Y en la volteada caen, sus valores y sus principios. Cuando se tala un árbol, cuando se contamina un río, también se nos tala el espíritu, también contaminamos nuestras ideas y como seres humanos nos destruimos a nosotros mismos.
Nuestros pueblos originarios conservan en silencio una forma de vida que no admite razones industriales, necesidades globalizadas o decretos divinos de gobernantes que se creen Dios.
Este país se encuentra a lo largo y a lo ancho atravesado por un alambre de fardo en el que nos limitan la vida. En el que el zorro ni la corzuela pueden pasar para reproducirse o migrar. Y ese señor que colocó el alambre de fardo dice: la tierra es mía. La tierra señor, no es de nadie.
Nuestra rebeldía estalla violentamente en las calles del mundo para reclamarles a los representantes del pueblo que se decidan a elaborar leyes y reglamentos donde lo social y lo ambiental vayan de la mano. Porque el deterioro ambiental es el mismo que el de nuestra sociedad y nosotros como periferia del mundo nos comprometimos a soportarles la contaminación y las necesidades a los países centrales. Contaminación y pobreza parecen sinónimas. Por eso nuestra lucha es por otra forma de vida, contra el deterioro del ambiente y del espíritu.
Señores representantes del pueblo: Creemos que una ley de bosques es por la salud, que cada árbol es también nuestro pulmón y el suyo. De lo contrario, reconozcan que llegó la hora de cobrar un impuesto por el uso del aire.
La naturaleza se expresa a través de sus guerreros, alta voces de la Pacha-Mama, que ya no pide, exige que se reconozcan los “Derechos de la Madre Tierra”. Dice estar cansada de soportar tiranos, dice que ha llegado la hora en que todos los hombres y mujeres que nacen y mueren en este suelo, estrechen sus manos por la causa planetaria.
Los jóvenes de Córdoba hoy reunidos, invitan a todos los habitantes del planeta a respirar otro aire y los incitan a colaborar en las acciones y toma de partida ambientales que en todo el mundo han sido iniciadas.
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